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Tiempo de pandemia: tiempo para Cristo

Noticias da Provincia

17.04.2020 - 17:13:59 | 4 minutos de leitura

Tiempo de pandemia: tiempo para Cristo

Fray Rodolfo Werneck│  Convento Nuestra Señora de Aparecida, Franca | El nuevo escenario de pandemia que vivimos en los últimos meses, y que inquieta la vida de los ciudadanos de todo el mundo, también afecta la vida religiosa de los conventos.

Nosotros, que vivimos en una casa de formación en Brasil, también hemos alterado nuestra rutina y nos hemos adaptado a esta nueva realidad.

Los seminaristas ahora se dedican a la colaboración y al trabajo. Ellos se encargan de la cocina, lavandería u otros sectores. Esto es muy bueno. Decimos: «realmente estamos viviendo la recolección de nuevo». Hay un espíritu de alegría, dedicación; creemos que es el momento de ser una comunidad en la unidad.

Las clases de filosofía cara a cara se han suspendido, pero se han reemplazado por clases virtuales a través de plataformas digitales. Observamos los esfuerzos de estudiantes y profesores para adaptarse a esta situación. Sin embargo, el equipo de capacitación reitera su celo por la educación, la vida fraterna y la vida espiritual como pasos para vivir el carisma agustino recoleto.

Reforzamos el camino del discernimiento vocacional buscando a Dios en nuestra vida comunitaria para responder más efectivamente al llamado que el Señor de la cosecha nos hace todos los días de nuestra existencia. Además, reiteramos en este período de confinamiento la intensa experiencia de fraternidad y caridad en nuestro hogar formativo, buscando cada vez más una respuesta más libre y coherente con el Proyecto de Dios.

Hoy más que nunca, la capilla es un lugar más especial, es el corazón de la comunidad; es un lugar de encuentro diario con el Señor. En ella nos alimentamos con el Pan de la Palabra de Dios y la Eucaristía y rezamos por los enfermos de todo el mundo.

Si bien es cierto, vivimos en tiempos de pandemia y aislamiento físico, pero no espiritual. El tiempo pandémico es un tiempo intenso de vivir en Cristo. Es dentro de este entorno totalmente nuevo que Dios nos ha permitido celebrar los santos misterios de la pasión, muerte y resurrección de su Divino Hijo este año.

André Ramos, seminarista, ve en este tiempo como algo privilegiado: “Es una gran manifestación de Dios, donde el silencio se manifestó en el grito para muchos. Nosotros quienes tuvimos el privilegio de las celebraciones. Pero a través del silencio amoroso nos unimos a los hermanos que están en sus hogares debido a la pandemia. Inmolando nuestros corazones, abrazando el sufrimiento de la cruz como un sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo. Ofrecemos todo nuestro amor a Cristo y a todos nuestros hermanos que están privados de la santa Eucaristía. La semana santa para mí se resumió en silencio, no en el silencio de la ausencia, sino en el Amor”, refiere.

Sobre ello, fray Danilo Janegitz, formador, reitera: «Vivimos intensamente la semana más grande para la Iglesia: "La semana santa fue una oportunidad para enriquecer aún más la liturgia, vivir cada momento con pausa, interioridad y disfrutar y experimentar lo que estábamos celebrando».

Los religiosos han vivido esta Semana Santa olvidados del ritmo frenético que les suele acompañar en estas fechas. Sin embargo, este año ha sido diferente. Así lo sostiene fray André Pereira: “Este triduo pascual ha sido uno de los más intensos. He podido experimentar, probar y vivir con intensidad incluso el misterio pascual de Cristo. Su oferta, entrega de amor, muerte y resurrección, pero con un carácter muy recogido de silencio, en el recuerdo. Una gracia de Dios», declara.

Sin duda, este tiempo quedará grabado en la memoria de la gente. Y, para nosotros, los del convento, será el recuerdo de un regreso a la recolección, a la intimidad con Dios y al saboreo, de nuevo, del Misterio. (Colaboración Raniel Silva).

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