La vida religiosa en tres imágenes
02.02.2023 - 16:49:39 | 4 minutos de leitura

Fray Wilmer Moyetones | Un año más, celebramos el día de la vida consagrada, un estilo de vida que nos interpela año tras año, a pesar de que muchas personas piensan y dicen que la vida consagrada ha pasado de moda. Sin embargo, hoy por hoy sabemos que la vida consagrada es una forma de vivir que está apegada al discipulado de Jesús, ya que cada religioso intenta seguir a Jesús por medio de los consejos evangélicos: pobreza, castidad y obediencia.
Quisiera hoy tomar tres imágenes que nos ayuden a reflexionar, junto con Santo Tomás de Villanueva, sobre la vida consagrada hoy:
La primera son las aves: Santo Tomás nos dice que los religiosos somos como las aves, no como los peces, porque las aves vuelan, y no se apegan a las cosas de la tierra: «A los varones religiosos y espirituales no se les llama peces, sino aves, porque no se hunden en las bajuras de este piélago, sino que vuelan a las alturas». Nos invita el santo a ser personas libres, que no nos apeguemos a las cosas de este mundo, sino que vivamos, así como las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, pero el Señor les da de comer, que seamos desprendidos, que no nos dejemos atar por las cosas de este mundo. Dicha imagen nos puede remitir al voto de pobreza, voto que los religiosos intentamos vivir desprendidos y confiados en la providencia de Dios.
La segunda es la higuera: «cuya fruta es muy dulce [...]; lo mismo que el higo reúne pacíficamente a muchos granos bajo una misma piel, así también los religiosos se agrupan varios bajo una misma regla de vida [...] Además, las hojas de la higuera se parecen a una mano humana; también las palabras de los que viven en el claustro deben ir acompañadas de buenas obras y adaptarse a ellas». Nos invita a que seamos personas amables, dulces con los demás, que vivamos en comunión como los granos del higo, y además que tengamos las manos abiertas, como las hojas de la higuera, para acoger a los demás; actitudes éstas que se manifiestan en las buenas obras. Esta imagen de la higuera nos remite al voto de castidad, ya que si queremos vivir la castidad perfecta tenemos que ser personas amables, dulces con los demás, cariñosos, porque cuando vivimos de esta forma estamos poniendo en práctica nuestro voto de castidad.
Y la tercera imagen es la viña: que la refiere específicamente a las monjas: «La viña necesita dos cosas: una cerca y un cierre. La cerca es la guarda de los sentidos; el cierre es el silencio. Vista, oído, gusto son ventanas por donde entra la muerte. Es preciso cerrar bien». A los religiosos nos hace falta mucho el silencio, más en este tiempo. El mundo está lleno de sonidos. Vivimos dentro de este ambiente, permitimos que nos aturdan los ruidos y las voces de este mundo, y no somos capaces de vivir en silencio para escucharnos a nosotros mismos y percibir la voz de Dios que resuena en el interior del hombre. Con todo, en esa cultura del ruido también llega la voz de Dios a través de su Palabra, si bien nosotros no estamos atentos para escuchar interiormente esa voz, ya que tienen más intensidad las otras voces o ruidos que nos absorben y no nos dan opción a dirigir el oído a la voz divina.
Ésta imagen de la viña nos remite al voto de obediencia ya que, para poder oír la voz de Dios necesitamos silencio, para descubrir cuál es la voluntad de Dios en el corazón de cada uno de los consagrados necesitamos esa escucha. Que podamos nosotros como religiosos escuchar hoy la voz de Dios y poder responder con generosidad a su voluntad, y hacer vida el voto de obediencia.
Felicidades para todas aquellas personas que han entregado toda su vida con generosidad al servicio del Evangelio por medio de los consejos evangélicos, a todos ellos muchas bendiciones y que seamos perseverantes en la fe, en la esperanza y el amor.