Conozca el Seminario Nuestra Señora del Buen Consejo de Venezuela
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18.11.2019 - 11:20:46 | 5 minutos de leitura

Roberto Mason | Localizado em Palmira, Estado Táchira, el Seminario Nuestra Señora del Buen Consejo, casa de formacion de los Agustinos Recoletos en Venezuela, recibió el día 3 de julio de 1937 su primera piedra. La edificación, construida bajo la dirección técnica del maestro de obras Marco A. Calderón, hermano general de la Orden, fue concluida y bendecida el 12 de octubre de 1938.
La vida comunitaria se inicio el 1º de Febrero del año siguiente, 1939, con cuatro sacerdotes, tres coristas y tres novicios, a los que se sumarían, el 29 de mayo del mismo año, los estudiantes de la escuela apostólica San Agustín de Caracas, trasladados en busca de mejor clima y un sitio más apto para sus estudios.
Bajo la Protecciòn de La Madre
La familia agustiniana siempre ha sido fiel devota de la Madre de Dios y de los hombres, y la ha venerado a lo largo de su historia con diversas advocaciones que nos hablan del amor sincero, permanente y filial a la Virgen Madre; no en vano son hijos del gran Agustín que, imaginándose entre Jesucristo y María Santísima, dice en un arrobamiento de amor que no sabe a quién volverse. Entre estas advocaciones descuella, por su ternura, la de Madre del Buen Consejo que, desde el siglo XV, viene enriqueciendo e irradiando su luz orientadora a toda la familia agustiniana y a toda la Iglesia, sobre todo desde su santuario de Genazzano, pueblo situado a unos sesenta kilómetros al sur de Roma. La familia agustiniana ha llevado esta advocación a todo el mundo, y los agustinos recoletos se han preciado de proclamarla abogada y patrona de sus casas, parroquias, seminarios y colegios. En 1938 inauguraron, bajo el patrocinio de nuestra Señora del Buen Consejo, su flamante convento y seminario en el pueblo de Palmira, Táchira, Venezuela. Las manos de la Hna. Altagracia, franciscana del Sagrado Corazón y autora de la imagen, transformó un blanco lienzo en la preciosa imagen de la Madre del Buen Consejo que, desde entonces, ha presidido, guiado y tutelado este seminario y ha infundido en los que pasan por él una filial devoción a la Madre de Dios. La autora no sólo quiso plasmar en ella la ternura, amor y serenidad de la Madre, cuya mirada parece contemplar el insondable misterio de su Hijo, sino también la total confianza del niño Jesús, abrazado al cuello de su Madre y con una dulce mirada hacia los hermanos que le miran, como invitándolos a amar y a abandonarse, como Él, en el maternal regazo de María. En esta pintura, la Hna. Altagracia occidentaliza la imagen primitiva oriental de la Virgen del Buen Consejo; la hace más asequible a nuestra sensibilidad: introduce algunos rasgos en ambos rostros, como la hermosa cabellera del Niño que lo hace de más edad; su mirada, casi sonriente, dirigida a los que le miran; la corona de rey sobre su cabeza, y ese abandono alegre y sereno en los brazos de su Madre. El rostro sosegado y meditabundo de María nos invita a la serenidad y contemplación, y en su cabeza de madre ostenta también la diadema de reina. Al pie de la imagen, la Hna. Altagracia coloca en latín el título: Mater Boni Consilii (Madre del Buen Consejo), y debajo de la imagen del Niño, la siguiente inscripción: "Hna. Altagracia – Franciscana del Sagrado Corazón – Caracas 9/38"
Fray Roberto Mason
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